12 ene 2018

Laboratorio de la Gratitud - Dia 12



No todo es color de rosa. Eso lo aprendemos desde pequeños. Todos los vínculos, en algún momento nos presentan algún desafío. Pero hay algunos que son especialmente dificiles.

Hay relaciones donde se pone en juego la envidia, los celos, el maltrato, la ira, la violencia, la venganza, la manipulación, el sometimiento, la mentira. Que levante la mano quien nunca en su vida pasó por alguna de estas situaciones.

En la autobiografía de Shivananda, un gran maestro de Yoga, el cuenta que una vez estaba dando un curso en su ashram para muchos discípulos. En el medio de la charla entró abruptamente un hombre armado, se paró delante de suyo, le apuntó y amenazó violentamente con matarlo. Todos se quedaron congelados. Shivananda se inclinó ante ese hombre, emocionado, en actitud de reverencia y le agradeció, porque de esa manera pudo comprobar que no tenía miedo de morir. Todos los presentes quedaron atónitos, incluso el propio hombre que no pudo concluir su cometido. Cuando leí esta historia, me quedé muy sorprendida. Se me abrió una puerta para comprender las experiencias duras de la vida desde un lugar diferente.

Durante mucho tiempo, cuando me tocaba vivenciar alguna situación de esas, me colocaba en el lugar de víctima o de salvadora. En esa polarización, no podía percibir ni tomar el aprendizaje que esas experiencias me ofrecian.

El gran cambio sucedió cuando, en una meditación, tuve una gran revelación. Estaba muy angustiada porque no podía amar a una de mis abuelas. No poder darle amor me generaba dolor. Sentía mucho enojo hacia ella y no conseguia verla completa. Solo veía la lista de acciones que me daban rabia. La juzgaba.

En la meditación coloqué la intención de descubrir qué era lo que ella me estaba enseñando. De pronto lo vi y sentí un profundo sentimiento de gratitud.

Me estaba enseñando mi limite para amar. Pude ver que tenía instalado un mecanismo de cerrar mi corazón hacia las personas con las que me sentía defraudada, engañada o perjudicada de algún modo. A un costo muy alto, ella estuvo a mi servicio mostrándome que cerraba mi corazón. A partir de ahí comencé un gran proceso para descubrir la manera de poner los límites que necesito y dejar el corazón abierto. 

Es muy fácil agradecer a quienes nos dan amor, cuidado, atenciones. Agradecer a quienes nos provocaron dolor y sufrimiento por todo lo que nos permitieron ver y conocernos a nosotros mismos requiere de mucha entereza, coraje y sinceridad.

Si querés probar, te invito a conectar con las situaciones que consideras duras y dolorosas que te tocó vivir. Una vez que las tenés presente, te propongo escribir todas las herramientas internas, claridades y crecimiento personal que te permitieron. 

Una vez realizada esa lista, podés agradecer a la situación, a la vida y hasta esa persona que fue vehículo de tu aprendizaje. Para mi, esta es una práctica desata nudos. Te libera y libera al otro de todo enganche y, sobre todo, de cualquier deseo de venganza.


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